miércoles, 13 de febrero de 2013

Qué es la tradición clásica

No suele definirse qué es lo que entendemos por tradición clásica. Se usa la etiqueta para muchas cosas, pero es necesario precisar un poco la historia de este término. Creo que nos puede ayudar, y mucho, un importante texto de Marcelino Menéndez Pelayo, no en vano, el verdadero impulsor de los estudios de tradición clásica en España. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE

Cuando comenzó a acuñarse la juntura “Tradición clásica”, hacia 1872, los métodos de estudio imperantes eran el positivismo y el historicismo. Éstos se basan, sobre todo, en la ponderación preferente de los datos como tales, por delante, por ejemplo, de las relaciones que esos datos pudieran guardar entre sí. Este método, en el caso del estudio literario, se conoce como “A en B”, que en términos concretos responde a una de las obras que en España inauguraron los propios estudios de Tradición clásica: Horacio en España, de Marcelino Menéndez Pelayo (Ruiz Casanova, 2007). De esta forma, el autor antiguo, en este caso el poeta Horacio, se estudia dentro de una nueva realidad histórica, España, estableciendo una relación de único sentido entre el punto de partida y el de llegada. Esto configura un método claramente positivo, a menudo invisible hasta para los propios especialistas en la materia.

A partir del decenio de los años setenta es cuando el propio Menéndez Pelayo concibe y emprende algunas de sus magnas empresas de recopilación material y bibliográfica, como su Horacio en España, o la redacción de las fichas para una Bibliografía Hispano-Latina Clásica, de las que sólo consigue publicar en vida un único y monumental volumen, recién comenzado el siglo XX. Es de gran interés la “Advertencia preliminar”, pues en ella logramos encontrar definido el objeto de la disciplina que conocemos como Tradición clásica (aunque en ningún momento se la nombre como tal):

"El trabajo que logra hoy hospitalaria acogida en la Revista de archivos, bibliotecas y museos, ha sido para mí grata ocupación de muchos años y descanso de más graves estudios. Antes de salir de las aulas universitarias, en 1873, formé el proyecto de una Biblioteca de Traductores Españoles, ampliando y continuando el meritorio ensayo de D. Juan Antonio Pellicer. Después concebí un plan más vasto, y los traductores vinieron a quedar como una parte, acaso secundaria, de la obra que imaginé con temeridad juvenil. Tal como se presenta al público en esta primera parte consagrada a la literatura latina, comprende la historia de cada uno de los clásicos en España, las vicisitudes de su fortuna entre nosotros, el trabajo de nuestros humanistas sobre cada uno de los textos, las imitaciones y reminiscencias que en nuestra literatura pueden encontrarse. (…) Sea cual fuere el destino que las aguarda, siempre tendrán para mí el recuerdo de las horas gratísimas que pasé leyendo los clásicos latinos y comparándolos con los castellanos o viceversa. A los verdaderos amantes de las letras antiguas, a los que no las cultivan por pedantesco alarde, sino por recreo del espíritu y por necesidad estética y moral, a los humanistas, en suma, cada vez más escasos y más latentes, encomiendo y dedico estas páginas, que sólo para ellos pueden tener algún interés." (Menéndez Pelayo, 1902: 5)

Según este texto, la “Tradición clásica” (aplicada al caso español) es “la historia de cada uno de los clásicos en España”. La Tradición clásica constituye, pues, un concepto historiográfico que nace, precisamente, al calor de los nuevos planteamientos historicistas, concebida como el estudio metódico de la fortuna de los autores grecolatinos en las modernas literaturas europeas. Conviene señalar que el estudio de cada autor clásico se concibe de manera independiente, es decir, como si cada uno de ellos constituyera un objeto de estudio en sí mismo, y no tanto como parte de una antigua literatura que se relaciona con otra literatura, en este caso moderna. Podemos entender que tal criterio obedece a razones de carácter metodológico, propias de la labor bio-bibliográfica, pero no deja de reflejar también una visión concreta del propio objeto de estudio, donde no cuenta tanto la posición relativa que ocupa dentro de un todo como su carácter esencial, al margen de otras circunstancias. Afín al propio método positivo del que participa, el planteamiento no deja de ser el mismo que el que se da en los estudios etimológicos de la época, donde la etimología se plantea como una historia de palabras individuales, sin contemplar las posibles relaciones que pueda haber entre ellas. Así pues no se plantea, en principio, un estudio que relacione la literatura latina como tal con la española, sino a partir de cada uno de los autores latinos, de manera que, sumados todos ellos, podamos obtener como resultado la fortuna de la literatura latina como tal, a posteriori. El estudio, así planteado, aísla la posible relación de los autores latinos entre sí, sin que podamos estudiar, por ejemplo, por qué unos priman sobre otros a la luz de las nuevas estéticas, o qué visión de la literatura latina se tiene como tal en un momento determinado. Tales cosas no se contemplan en el método de estudio utilizado, aunque tampoco estaba en el propósito de Menéndez Pelayo trazar una historia de la tradición clásica en España, sino llevar a cabo un acopio material previo de cada uno de los autores que, entre otras cosas, pudiera servir de base documental a esta historia.
Por otra parte, es oportuno observar que el uso del término “comparación” aparece también en el texto: “siempre tendrán para mí el recuerdo de las horas gratísimas que pasé leyendo los clásicos latinos y comparándolos con los castellanos o viceversa”. Precisamente, el comparatismo de la época participa del mismo método “A en B” del que participa la propia Tradición clásica (Vega-Carbonell 1998: 47-48). Poco difiere desde el punto de vista metodológico un estudio sobre Horacio o sobre Goethe en España.

Bibliografía citada
Francisco García Jurado (2012),   “Menéndez Pelayo y los estudios de Tradición clásica en España”, Insula 790, Octubre 2012, pp. 14-16    
Marcelino Menéndez Pelayo (1885). Horacio en España. Solaces bibliográficos. Segunda edición, refundida. Tomo I, Madrid, Imprenta de A. Pérez Dubrull, 1885 (primera edición; M. Menéndez Pelayo, Horacio en España (Traductores y comentadores. La poesía horaciana). Solaces bibliográficos, Madrid, Casa editorial de Medina, 1877).
Marcelino Menéndez Pelayo, Bibliografía Hispano-Latina Clásica. Tomo I, Madrid, Est. tip de la viuda é hijos de M. Tello, 1902.
José Francisco Ruiz Casanova (2007). “«La melancolía del orangután». El origen de los estudios A en B: Marcelino Menéndez y Pelayo y su Horacio en España (1877)”, 1611. Revista de Historia de la Traducción, 1, <http://www.traduccionliteraria.org/1611/art/ruizcasanova.htm>.
María José Vega – Neus Carbonell (1998). La literatura comparada: principios y métodos, Madrid, Gredos, 1998.